¿Reformar la reforma de ES?

Cuántas veces en la historia de Chile y en otras latitudes se ha puesto sobre la mesa esta pregunta, referida a la dificultad para avanzar en la implementación de importantes políticas públicas ¿Es que fue esta una reforma idealizada, con objetivos muy ambiciosos que hacen imposible su alcance?

En las discusiones iniciales de la actual reforma a la educación superior, allá por el año 2016, la que por primera vez en la historia es para todo el sistema terciario, se argumentaba que su estructura era compleja y que había que hacer todo a la vez. Pues bien, su evolución está a la vista: hoy tenemos una nueva institucionalidad y gobernanza del sistema de educación superior; disponemos de una Subsecretaría de Educación Superior garante de todo el sistema, una CNA robustecida y con criterios y estándares de calidad en funcionamiento, y una Superintendencia de Educación Superior que ha venido tomando alto protagonismo en temas de transparencia y otras acciones.

Esta nueva dinámica institucional tiene todo sentido para el sistema de educación superior, atiende a su complejidad y al superior deber público de garantizar el saludable uso y el elevado gasto de recursos económicos que pertenecen a todos los chilenos. Tanto así, que los ejes de la gobernanza del sistema han virado desde la competencia entre Instituciones de Educación Superior (IES), hacia una relación más intensiva de las IES con la institucionalidad pública, en donde los marcos normativos y de incentivos públicos cobran superior relevancia.

Para atender a este nuevo marco normativo y sus crecientes exigencias, las IES demandan mayores recursos, pero al parecer estos serían insuficientes. Se suma a ello la promesa política de perdonar las deudas del CAE que acumulan siderales cuantías y un elevado costo alternativo.

¿Es esto una señal de que la reforma está estancada y todo debe repensarse? ¿O bastaría con resolver los temas de financiamiento para que todo fluya por los causes ya establecidos? ¿Cómo se sale de este dilema? Sin duda que esto requerirá de diseños de políticas públicas mucho más audaces y complejas, de voluntades políticas disponibles al diálogo y de IES dispuestas a nuevos desafíos.

Lo que está claro hasta ahora, es que en este corto tiempo la implementación de la reforma a la educación superior, de alguna manera, ha operado como política de ‘shock’ y que sus efectos de largo plazo están todavía por jugarse. La historia ha mostrado que la construcción de nuevas institucionalidades y la implementación de estrategias de largo alcance no solo requieren de tiempo, sino también de persistencia y voluntad de los actores públicos y privados involucrados. Quizás un buen punto a discutir es ¿para qué se requieren más recursos?



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Author: Jorge Menéndez
Rector CFT ENAC Unidad de Formación Técnica AEQUALIS

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