Informe AEQUALIS: «No lograremos desarrollo sin priorizar la ciencia y la educación»
agosto 25, 2021

El documento analiza la situación en la que se encuentran las universidades chilenas con respecto a la capacidad de formar doctores, concluyendo que es fundamental aumentar el número y la inversión en educación terciaria como forma de avanzar hacia una «sociedad del conocimiento».

El PIB destinado investigación y desarrollo, además del porcentaje de investigadores y capital humano avanzado que integra la fuerza de trabajo en todos los sectores, son índices que permiten medir y comparar la importancia del área en diversos países. En el caso de Chile, el cruce de ambos indicadores lo sitúan muy lejos de las «economías del conocimiento» como advierte el position paper El desafío de transformar a Chile en una sociedad de conocimiento de Fundación AEQUALIS.

«No es posible lograr el desarrollo que Chile necesita sin que se valore el conocimiento como activo fundamental para el progreso integral, centrando los esfuerzos en facilitar que todas las personas puedan acceder a él, potenciarlo, difundirlo e intercambiarlo» analiza el Dr. Iván Suazo, Vicerrector de Investigación y Doctorados de la Universidad Autónoma de Chile y uno de los autores del informe.

La educación terciaria, como la generación de conocimiento, no ocupan papeles centrales en una estrategia nacional de desarrollo. «Dada la falta de esta mirada, es comprensible el grado de descoordinación, duplicidad de iniciativas e improvisación que ha existido en nuestro país en los ámbitos de las ciencias, de la educación terciaria y de la vinculación entre ambas» complementa el Vicerrector.

En informes OCDE sobre la educación superior chilena la han considerado una «tarea pendiente», refiriéndose a este vacío conceptual como: «[la necesidad de] desarrollar una visión integral y coherente para el futuro de la educación terciaria, que oriente las futuras políticas de desarrollo a mediano y largo plazo». En consonancia con recomendaciones previas de la misma organización, esas políticas «deben estar alineadas con los objetivos sociales y económicos nacionales. Idealmente, debería ser el resultado de una revisión estratégica nacional sistemática de la educación terciaria y conllevar una declaración clara de los objetivos estratégicos».

La estrategia nacional debiera tener un correlato con el desarrollo de una orgánica que brinde sustentabilidad a la implementación de las políticas públicas nacionales. «Lo que ha faltado en todas estas iniciativas ha sido, precisamente, una coherencia estratégica y su articulación, por un lado, con un sistema de educación fortalecido desde sus bases y, por otro, con una política nacional de ciencia, tecnología e innovación que trascienda a los gobiernos de turno» analiza el Dr. Iván Suazo.

El documento señala que excepto por la reciente creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, cuya presencia aún no se ha dejado sentir con respecto a las «macropolíticas» de Estado, el panorama de la ciencia y la innovación ha permanecido prácticamente estático durante la última década.

Con una inversión equivalente al 0,35% del PIB (2019), Chile se ubica en el penúltimo lugar de los países de la OCDE que, en promedio, invierten un 2,38 % del PIB en esas áreas, y a gran distancia de Israel y Corea del Sur, que lideran las inversiones de este tipo con 4,25 % y 4,23 % del PIB, respectivamente. Igualmente, con solo un investigador por cada mil trabajadores, Chile ocupa los últimos lugares entre los países de la OCDE cuyo valor promedio es de 7,7 investigadores por cada mil trabajadores.

«Esta última cifra es muy preocupante porque, en último término, los auténticos protagonistas de la generación de conocimientos son las personas. La multitud de mujeres y hombres que se plantean problemas, se hacen preguntas y trabajan para responderlas» señala el Dr. Iván Suazo.

Aunque durante la última década el número de programas doctorales que ofrecen las universidades chilenas ha experimentado un crecimiento dinámico, las cifras totales revelan que el país todavía se encuentra en una etapa que podría denominarse «inicial».

De las 71 universidades vigentes, solamente 46 tienen acreditación institucional y de ellas, 28 ofrecen programas doctorales acreditados. Estos se concentran en las Universidades de Chile; Católica de Chile y de Concepción que, en conjunto, acumulan una oferta de más de 100 programas de ese tipo. En 2018 estos programas graduaron un total de 840 personas o 47,2 por millón de habitantes.

El déficit de personas con conocimientos doctorales y competencias a nivel de las instituciones de gobierno, las empresas y los sistemas educativos constituye una debilidad estructural, según el informe. Por esta razón es necesario dotar a las universidades con los medios necesarios para crear nuevos programas y ampliar los existentes.

«Creemos que este es uno de los principales cuellos de botella de nuestro desarrollo y, desgraciadamente, no pareciera haber conciencia de ello en nuestro liderazgo político y social. El gran desafío que enfrenta Chile para alcanzar niveles más altos de desarrollo social y económico es el de transformarse en una sociedad del conocimiento» finaliza el vicerrector de la Universidad Autónoma de Chile.

El position paper fue elaborado por la Unidad de Ciencia, Investigación y Tecnología encabezada por el Doctor Pedro Pablo Rosso, el Doctor Marcelo Noël López, el Doctor Iván Suazo, el Doctor Jorge Babul, la Doctora Marcela Arellano, el Doctor Diego Cosmelli y el Doctor Vicente Sandoval.

El desafío de transformar a Chile en una sociedad de conocimiento está disponible para descarga gratuita desde: https://aequalis.cl/publicaciones/el-desafio-de-transformar-a-chile-en-una-sociedad-del-conocimiento/