Aunque la calidad de las instituciones de educación superior preocupa seriamente tanto a autoridades como a los usuarios, lamentablemente en Chile persiste una opacidad acerca de la relación entre la forma de medirla, utilizando años y áreas de acreditación o rankings, y el real nivel de resultados de aprendizaje de sus estudiantes.

En el hecho, la relación entre el nivel formal de acreditación de una institución y el de sus egresados es una incógnita. Para mayor confusión, la actual determinación de la calidad de las instituciones exige que, al menos, éstas deban tener un buen desempeño en tres funciones básicas.

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