Nuevo sistema de admisión
abril 27, 2022

(Diego Durán, Rector de la Universidad Católica del Maule).- El nuevo sistema de admisión se ve enfrentado hoy a varios desafíos que deberá gestionar de la mejor manera posible. A la base del mismo están las críticas y modificaciones al que existía, las cuales se basaban en sendos informes de la OCDE y de otros expertos, así como también la aplicación de la ley de Educación Superior (ley 21.091) que entregaba al Ministerio de Educación la tutela del sistema, eliminando lo que hasta ese momento era el SUA (Sistema Único de Admisión), de responsabilidad del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas.

Muchos fueron los calificativos que acompañaron ese proceso y que llevó a la decisión política de entregar la responsabilidad de un “nuevo” sistema al Ministerio de Educación, pero entre ellos, el que concitaba, tal vez, mayor adhesión era el de la discriminación. Es decir, se le otorgaba al sistema y sus instrumentos de evaluación, una característica negativa en el contexto de ebullición social y de búsqueda de la inclusión como valor fundamental.

Junto a lo anterior y la discusión sobre esa característica del sistema, el país se sumía en un estallido social y posterior pandemia que nos tiene aún buscando una nueva forma de relacionarnos que permita el cuidado sanitario, pero que no ha impedido la realización o la puesta en acto de las modificaciones que la ley y posteriormente el comité de acceso han propuesto, por supuesto, buscando responder a lo que sería el camino correcto o, al menos, la senda mejorada para un sistema de admisión para el país.

A este escenario se suma también las fuerzas y orientaciones particulares que el gobierno pasado le dio al proceso, así como las ideas que impulsó desde su propia originalidad y que hoy, al menos en varios de sus aspectos, debe aplicar un nuevo gobierno, más allá del convencimiento absoluto sobre la eficacia o basamento de ellas.

La pregunta que queda es si el nuevo sistema o las grandes modificaciones que los instrumentos han tenido logrará responder a la crítica de la discriminación en el acceso a la Educación Superior, situación que, en relación con los primeros resultados, las autoridades anteriores manifestaban satisfacción, pues los resultados obtenidos, darían cuenta de ello. Desde esta perspectiva, entiendo que esas manifestaciones estaban más basadas en anhelos más que resultados objetivos, los cambios han sido permanentes y las evaluaciones pocas para apreciar con cierto grado de rigurosidad, si el camino es el que se esperaba.

Hoy, los cambios siguen siendo permanentes y yo diría vertiginosos, no sólo en los instrumentos, sino en la valoración de los mismos, así como en el cambio de las escalas con el consiguiente problema de comparación de una evaluación con otra o los cambios en el sistema mismo de acceso, su reglamento y aplicación, que dio una categoría especial al ingreso por ejemplo en las carreras de pedagogía. Es decir, estos últimos años cada proceso lleva un cambio nuevo, lo que hace al menos cuestionable su comparación.

Del mismo modo, hoy también se puede interpelar al sistema mediante el cedazo de la no discriminación. Al respecto sólo un aspecto asociado con la Prueba de Competencia Matemática (M2). Dicha prueba se estableció como obligatoria, ya que lo que se tenía hasta antes de ello, al parecer, no daba garantías de selección adecuadas para carreras que necesitaban un conocimiento y competencias mayores en matemática. Es decir, las instituciones de Educación Superior no tuvieron opción de decidir sobre esta nueva barrera de ingreso a algunas carreras prefijadas, sino que fue el sistema quien tomó la decisión. Con ello, en la práctica, se termina por aceptar y señalar que el sistema de educación primario y secundario no prepara de manera adecuada en competencias en esa área para algunas carreras o tal vez para algunas instituciones del país. Una consecuencia de ello, tal vez como efecto no querido en el discurso, es precisamente seguir discriminando, ya que esta prueba podría dar cuenta de buenos resultados, en la mayoría de los casos, de estudiantes que provienen de los mismos establecimientos de siempre, más allá de esta extraña posibilidad de exigir que la prueba fuera rendida pero no necesariamente ponderada para el ingreso.

Desde esa perspectiva, los desafíos siguen tan presentes como en el sistema anterior y será tarea de todos buscar enfrentarlos.