Los cambios exponenciales y la educación superior
febrero 19, 2021

Aunque estamos algo acostumbrados al veloz avance de las tecnologías, no por ello éste deja de ser impresionante e impactan las diversas actividades que hacemos los seres humanos, incluyendo por cierto la educación superior.

Desde que Gordon Moore enunció la “ley de Moore en 1965”, los procesadores, que habilitan la revolución digital, no han dejado de duplicar su capacidad cada dos años y al mismo tiempo reducir costos, haciéndose así cada vez más populares en los cientos de bienes y servicios que utilizamos todos los días, desde los celulares inteligentes hasta los programas para administrar organizaciones, desde la telemedicina hasta la industria del espacio, desde hogares conectados, hasta el teletrabajo.  Intuitivamente podemos pensar que cualquier elemento de nuestro entorno que se duplique cada dos años (como los procesadores, por ejemplo) y por varias décadas continuas, debería llamar nuestra atención.

En el año 2010, en Alemania se lanzó el concepto de “Industria 4.0” que, aprovechando las nuevas capacidades tecnológicas que se habían venido desarrollando, ha desplegado un conjunto de tecnologías en múltiples industrias, impulsando así la “Transformación Digital” integral de las organizaciones. Esta transformación requiere revisar holísticamente la estrategia y todos los procesos, para optimizarlos y hacerlos más cortos, incorporando en los que sea posible las diversas tecnologías que aporten valor y sustentabilidad y que permita cumplir mejor con el propósito para el cual fueron creadas.

Un elemento adicional que ha contribuido a la masificación de las tecnologías digitales y que se acelerará hacia adelante, es la irrupción de internet, red que ha permitido compartir una creciente cantidad de información y conocimientos como nunca en la historia humana. Por primera vez en el año 2020, por ejemplo, el 60% de la población del mundo llegó a estar conectada a internet (25% en el año 2010), intercambiando así conocimientos, vivencias y nuevas ideas con el resto de los seres humanos, muchas veces sin importar las fronteras de las naciones.

Por cierto, el Covid-19 ha sido un acelerador del uso de las tecnologías y de las formas en que manejamos éstas, que ha acercado al presente algunas tecnologías y modelos de operación que pensábamos se darían en los próximos años. Algunos ejemplos cercanos de esto son cómo la educación ha debido adecuarse a hacer clases de manera remota, el crecimiento exponencial de las videoconferencias mediante herramientas como Zoom, Teams, Google Meet y la mayor popularidad de los cursos masivos en línea, MOOCs.

Pero el efecto del Covid-19 del potenciamiento de las tecnologías es mucho más amplio que los casos antes señalados e indica que la automatización y robotización de procesos, el internet de las cosas, el 5G y otras tecnologías relacionadas aumentarán aún más su ya rápido despliegue.

La propia industria de las tecnologías es una de las más dinámicas de las últimas décadas y ha ido ganando un creciente espacio de influencia en el quehacer humano. Su éxito económico le ha permitido incluso invertir e influir en otras actividades, como en las industrias de salud, energía y del espacio, por ejemplo. En relativamente poco tiempo, ha pasado de tener foco en el desarrollo y venta de “mainframes” (grandes computadores) y el software de tipo ERPs (programas para la gestión de organizaciones) de los años noventa a los buscadores y equipos móviles en 2009 (por ejemplo, Google y Apple) y luego a las redes sociales (Facebook es un caso), al e-commerce (Amazon y Alibaba por ejemplo) y a la actividad del streaming (Nexflix es probablemente una de las marcas más conocida) hacia el año 2019.

Otro ámbito en donde las tecnologías han venido convergiendo con la ciencia médica tradicional para crecer de manera exponencial, es en la salud humana. Por ejemplo, el volumen de datos de atención médica está creciendo a un ritmo astronómico: en el año 2013 se produjeron 153 exabytes (un exabyte = mil millones de gigabytes) y se estima que se producirían 2.314 exabytess en 2020, lo que se traduce en un aumento del 48 por ciento anual. Por cierto, esta data permite establecer mejores patrones y curas para muchas enfermedades. Al mismo tiempo, las realidades aumentada y virtual (RA y RV) se están usando en las escuelas de medicina, la clínica y el quirófano. Los estudiantes de enfermería y medicina pueden aprender anatomía y fisiología en recorridos de realidad virtual de órganos humanos. La RA puede combinar datos de imágenes con procedimientos reales, por lo que un cirujano en el trabajo puede ver el interior de un cuerpo o ser guiado por un mentor remoto. Por otra parte, hace unos meses, los científicos de Harvard y del MIT encontraron una manera de pronosticar con mucha más precisión la puntuación de riesgo de un individuo para cinco enfermedades mortales. Lo lograron observando cambios en el ADN en 6,6 millones de ubicaciones en el genoma humano, aplicando un algoritmo sofisticado (Fuente: National Geographic).

Pero no sólo las tecnologías digitales han venido creciendo exponencialmente. En los últimos años hemos visto un desarrollo enorme de otras tecnologías, como por ejemplo el desarrollo de carne en laboratorios (que en los próximos años cambiara la industria ganadera), la neurociencia, la genética, de la telemedicina y de la industria de la energía de manera “tectónica”.

Si tomamos por ejemplo lo que está pasando en la industria de la energía, vemos como los avances tecnológicos en las energías renovables, sumados a los efectos del calentamiento global, han impulsado, por una parte, la reducción del valor e influencia de las empresas ligadas a los combustibles fósiles y, a la vez, un aumento del valor e influencia de las empresas de energías renovables. En este sentido, la eficiencia en la recuperación de los rayos solares en las celdas fotovoltaicas esté escalando desde cerca del 20% de eficiencia de los años recientes a nuevas tecnologías que elevan este factor a cerca del 30%. Pero el año pasado, los laboratorios de NREL del gobierno de Estados Unidos lograron una eficiencia en la recuperación solar del 47,1% y probablemente seguirán aumentando esta tasa (Fuente NREL, Estados Unidos). Es decir, en pocos años, con la misma capacidad instalada de parques solares, se podrá producir cantidades mucho

¿Cómo están afectando y afectarán todos éstos y otros cambios a la educación superior en Chile y el mundo? Probablemente en múltiples formas.

Algunas de ellas, tal vez las más directas, son por ejemplo que las profesiones que se requiere hacia adelante son diferentes de las profesiones que se han venido impartiendo hasta ahora, que la intensidad en el uso de tecnologías permite a algunas industrias ir más adelante que otras, que las familias y alumnos preferirán aquellas instituciones educacionales que estén más orientadas al mundo en que les tocará vivir a los jóvenes en los próximos años, que la gestión de la infraestructura de los campus debe incorporar las tecnologías más avanzadas para buscar la eficiencia, que la educación virtual sea parte de la educación profesional futura, etc.

Es probable que existan varios otros efectos que no estemos viendo o que se manifiesten en los años venideros, los que sería interesante de analizar y de tomar las acciones que corresponda.