La sustentabilidad de la educación superior
junio 15, 2020

La epidemia de coronavirus ha acelerado los cambios en las organizaciones humanas, ofreciendo una buena oportunidad de reflexión y de acción sobre cómo aumentar el aporte de cada una al progreso de la humanidad. Desde hace siglos, la Educación Superior ha sido un actor relevante del quehacer humano. La pandemia ha acelerado los cambios en esta actividad y ella se esfuerza para adecuarse al nuevo escenario. La digitalización, en todos los campos, es una tendencia que venía desarrollándose de mucho antes de la propagación del virus y se expandirá con fuerza hacia el futuro, para convertirse en parte habitual de las nuevas formas de vida y, por ende, de educación.

Las organizaciones creadas por el hombre se suelen agrupar en tipos de “industria”, tales como la minería, petróleo, inmobiliaria, etc. Entendiendo que la Educación Superior es una actividad intelectual con características especiales y cuyo elemento central es la formación de seres humanos, podemos hacer un análisis de estas otras actividades que nos permita extraer ideas y experiencias para aplicar en educación.

Un cambio relevante en el escenario de los últimos años ha sido la “Ley de Moore” y el Tsunami de las tecnologías. El año 1965, Gordon Moore (graduado en la U. de California y fundador de la compañía de tecnologías Intel), enunció públicamente su “Ley”, que, para simplificar, significa que la potencia de los procesadores duplica su capacidad cada dos años, permitiendo la proliferación de distintos equipos y la disminución del costo de usar la tecnología. Muchas industrias captaron temprano el potencial de las tecnologías para mejorar su productividad, acelerar sus procesos y reducir costos y, desde entonces, han venido incorporando, a una velocidad más alta que la Educación Superior, inteligencia artificial, realidad aumentada, vehículos autónomos, robótica, reconocimiento facial, drones, impresión 3D y otras tecnologías.

La aparición de internet en los años noventa es uno de los fenómenos que ha cambiado mucho la forma de trabajo en las industrias. No es un fenómeno estático, que apareció una vez y se mantuvo, sino por el contrario, ha tenido gran crecimiento y se proyecta con más fuerza. Hasta antes de su llegada, las universidades eran unas de las pocas organizaciones que disponían del acervo del conocimiento acumulado por la especie humana. Internet “democratizó” el conocimiento, poniéndolo a disposición de millones de personas. Un ejemplo es la aparición, en 2012, de cursos abiertos masivos (MOOCs), que ponen, gratis, a disposición de muchos una gran cantidad de información, acelerando el fenómeno. Así, al igual que varias industrias, podemos decir que controlan operaciones de manera remota mediante internet.

Las instituciones de educación superior deben considerar el significado del cambio estratégico de su escenario. Por ejemplo, puede que su oferta de valor deba ir por sobre la entrega de conocimientos y adentrarse más en el valor de la “experiencia” que significa interactuar con profesores expertos, que son más bien guías y mentores de sus alumnos.

La consultora Boston Consulting Group dice (“Why Technology Matter”), que en la industria bancaria el aumento en el margen bruto de aquellas que usan intensamente las tecnologías varía de un promedio de 21% a 43%. Los mayores márgenes permiten hacer crecer a las organizaciones y/o transferir parte de ese mayor valor a los usuarios, haciendo que estos se fidelicen con ellas. Si bien la medida del margen bruto puede no ser la mejor métrica para las instituciones de Educación Superior, lo que busca representar este análisis es que las organizaciones con un mayor uso de tecnologías pueden ser financieramente más robustas y sustentables.

Otro elemento usado por organizaciones exitosas en el cumplimiento de sus objetivos, es la focalización sistemática en el cumplimiento de los mismos, la satisfacción de sus clientes y en la medición permanente del aporte de valor que se entrega. Una constante en distintas empresas, es la continua medición de las promesas que hace internamente su administración a sus controladores y a sus Stakeholders. Esta sistemática medición de la generación de valor permite a las organizaciones “cobrar” los compromisos de aporte de valor que han hecho los administradores y corregir rápidamente potenciales errores, asegurándose de paso que sus actividades estén perfectamente alineadas con la Estrategia de la organización y su Modelo de Negocio.

Para analizar la sustentabilidad de la Educación Superior, es bueno entre otras cosas, mirar sistemáticamente y con humildad lo que han venido haciendo las industrias y tomar de este análisis de benchmark, ideas que puedan ser útiles para la sustentabilidad de la actividad educacional superior. Una ventaja adicional de estudiar otras organizaciones es que se puede conocer mejor cómo ellas operan, para ajustar mejor los planes de carrera de los alumnos a la cambiante realidad que estamos viviendo.