¿Hacia dónde vamos y hacia dónde queremos ir con nuestra educación superior?
junio 15, 2021

El futuro de la educación superior es una discusión global que se ha intensificado en distintas latitudes, estimulada por los desafíos de la época. Los diversos enfoques y miradas, a veces contrapuestos, acerca de cómo reconceptualizar en forma significativa el papel de la educación superior del futuro, dan cuenta de la dependencia que el tema tiene de las visiones y posturas ideológicas existentes en la sociedad, pero también de las coincidencias respecto de los desafíos que la era digital imprime a la educación, destacando la preocupación por la ecología, la tecnociencia y el desarrollo humano.

El título de la columna es ambicioso, pero es una pregunta determinante para pensar el sentido de la educación superior, y nos permite allegar elementos y sumar preguntas. Al reflexionar sobre el futuro de la educación superior, nos interrogamos por el horizonte y la carta de navegación que hemos seguido hasta ahora. Las orientaciones estratégicas, las decisiones de política pública y los resultados obtenidos han configurado un camino que, si bien ha significado avances, también encierra vacíos y un posible desacoplamiento con las necesidades de la sociedad chilena.

El objetivo de una carta de navegación es definir el rumbo y la distancia para ir de un punto a otro, eludiendo los peligros que la misma carta logra identificar. Nuestro sistema de educación superior se masificó sobre la base de becas y créditos estatales con una oferta y demanda liberada a las fuerzas del mercado. Las IES compiten entre sí por la captación de estudiantes y fondos de financiamiento público y privado. La oferta académica se congrega en los tres grandes centros urbanos y en las capitales regionales, es predominantemente privada y el nivel de acreditación alcanzado condiciona el acceso al financiamiento del Estado. Las carreras online no tienen financiamiento público.

El subsistema técnico-profesional busca promover el reconocimiento de trayectorias laborales y académicas, avanzar en la construcción de los marcos de cualificaciones y en la nueva estrategia nacional. La composición de la matrícula es diversa, pero está altamente concentrada en cuatro IES de carácter nacional. A su vez, se ha cerrado un número no menor de CFT privados de carácter local y, simultáneamente, la política pública ha impulsado la creación de CFT estatales desde la provincia y con sello regional.

El subsistema universitario ha tenido mayor estabilidad en el número de instituciones y es también mayoritariamente privado. La composición de su matrícula está más segregada en relación con el tipo de universidad. La estructura organizacional sigue siendo en gran parte funcional a una tradición del siglo pasado, dificultándose las posibilidades de articulación transversales colaborativas tanto al interior como entre las distintas IES. Cabe preguntarse si la racionalidad del financiamiento de la investigación y la producción del conocimiento académico, sumergido en una cultura indexada, favorece o limita el desarrollo del pensamiento.

Algunas preguntas elementales; ¿estamos satisfechos con el rumbo de la educación superior? ¿los jóvenes, trabajadores y profesionales que han transitado por el sistema de educación superior se sienten preparados para enfrentar un mundo cada vez más incierto? ¿cómo contribuye nuestro sistema de educación superior al desarrollo país? ¿podrían las IES elaborar planes conjuntos y flexibles para la formación de los distintos niveles y en las áreas estratégicas para el desarrollo país? ¿las becas de postgrado en el extranjero o la beca vocación del profesor están rindiendo los resultados esperados en el país? ¿cuáles son los tipos de conocimiento, destrezas y valores necesarios para encarar el futuro? 

El desarrollo del país enfrenta desafíos trascendentales relacionados con la sustentabilidad y cuidado del medio ambiente, la convivencia cívica y el fortalecimiento de la democracia, la creación de conocimiento propio, el desarrollo tecnológico y la innovación. La educación superior es estratégica para el desarrollo cultural, social y económico del país, así como para una inserción relevante y significativa en el mundo globalizado. El futuro de la educación superior exige una mirada sistémica que promueva la colaboración, la creación de espacios de innovación y flexibilidad con liderazgos comprometidos.

La pandemia ha delineado un nuevo escenario para el desarrollo de la educación superior y es conveniente preguntarse si el financiamiento público no debiera estar más alineado a las áreas estratégicas del desarrollo país, en anclaje con las oportunidades globales, el desarrollo de las ventajas comparativas y la solución de necesidades que urgen en la sociedad y que, por cierto, contribuyen a fortalecer nuestra cohesión social.

“No hay nada peor que responder bien una pregunta incorrecta”, señala el arquitecto Alejandro Aravena. ¿Habremos hecho las preguntas correctas para comprender las perspectivas y los desafíos que enfrenta el desarrollo de nuestro sistema de educación superior? Asimismo, ¿la ley de educación superior gozó de una reflexión sustantiva sobre el sentido de la educación que estuviera inspirada, por ejemplo, en el pensamiento pedagógico de Gabriela Mistral o en el pensamiento filosófico de Humberto Maturana?

Nuestro sistema de educación superior debiera avanzar en una planificación estratégica a diez y veinte años, que permita profundizar en el desarrollo de los ámbitos productivos, sociales y culturales claves para el desarrollo país. Desde la consideración del desarrollo económico, debería privilegiar la energía solar, la disponibilidad de recursos hídricos, la conectividad física y digital, la minería, la agricultura, la acuicultura, la silvicultura, el turismo de intereses especiales, la logística, la astronomía y la investigación en la antártica.

La reducción del carácter burocrático junto con el impulso de la creatividad y la colaboración son hoy, una necesidad para la credibilidad y sustentabilidad de nuestro sistema de educación superior. La transformación digital acuna un nuevo modo de vivir caracterizado por el cambio constante, la incertidumbre y las innovaciones disruptivas, por lo tanto, tal como señalara Albert Einstein “si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.