Habitualmente se menciona que la transición colegio-Universidad, es un período de ajuste, que conlleva ansiedad, estrés y nerviosismo por parte de la gran mayoría de los estudiantes, sobre todo, de aquellos que son primera generación.

Esto debido a que pasan de un lugar conocido y seguro, a uno nuevo, que deben explorar, rearmar redes y adaptarse a nuevos códigos, exigencias y reglas.

Durante la última década las instituciones de educación superior han avanzado muchísimo en apoyar a los estudiantes durante este período, por medio de jornadas de inducción, programas de acompañamiento, tutores pares, ayudantías y también, el surgimiento de acciones incipientes de involucramiento de sus familias, entre otros.

Sin embargo, el próximo año viviremos algo especial, pues ya no sólo serán los estudiantes nuevos quienes deberán enfrentar esta transición, sino también la de aquellos estudiantes que actualmente están cursando primer año de manera virtual y que el próximo será para ellos la primera vez que estén en contacto físico con la universidad, sus compañeros y docentes.

Para estos “nuevos estudiantes” de segundo año, la adaptación no será menos estresante que la de los estudiantes que recién ingresan, ya que deberán reajustar sus expectativas y conocimientos adquiridos durante el primer año de manera virtual y confrontarlos con la realidad presencial.

En este desafío las instituciones de educación superior deben estar conscientes de lo que enfrentará el sistema en este doble ajuste, potenciando aspectos como la integridad académica, la autoeficacia, el compromiso estudiantil, la persistencia y los sistemas de alerta para apoyarlos de manera preventiva y continua.