El pulso de las instituciones de educación superior
julio 31, 2019

Durante los últimos meses, el Foro AEqualis se ha reunido con actores de instituciones y, usando un término médico, ha podido “tomarles el pulso” respecto a cómo están viviendo la implementación del nuevo marco regulatorio para la educación superior.

Por una parte, la ley 21.091 modifica sustantivamente la institucionalidad, sobre todo con la incorporación de la Subsecretaría y la Superintendencia, sin embargo los nuevos organismos, rector y controlador respectivamente, recién están tomando forma y no se ha sentido mayor efecto al interior de las organizaciones académicas. Por otra parte, la nueva ley introduce cambios relevantes en el sistema de aseguramiento de la calidad, quedando los procesos de acreditación concentrados en la única agencia con la facultad para resolverlos, la Comisión Nacional de Acreditación (CNA). Los nuevos comisionados ya asumieron y han iniciado su trabajo bajo una exigente agenda que incluye, entre otras materias, el diseño de la nueva acreditación institucional obligatoria e “integral”. Esta labor implica las definiciones de criterios y estándares, bajo las dimensiones establecidas en la ley, y que deben ser consideradas en los instrumentos que se dispongan para esos procesos. Al compás, el sistema espera que el parlamento apruebe la “ley corta” que subsana algunos aspectos de la transitoriedad, con la esperanza que también se allane a incorporar indicaciones sustitutivas que prevean con claridad el término de los dispositivos vigentes y el inicio completo del sistema nuevo. Las riesgosas indefiniciones, evidencias del precipitado proceso legislativo que las originó, obstaculizan la puesta en marcha de la nueva acreditación institucional integral. En tanto, las instituciones, de educación superior discurren sus planes de desarrollo como un ejercicio teórico  supeditado a lo que se decida.

En este contexto, en el pulso de la educación superior se palpan tanto las “taquicardias (pulso acelerado), que revelan estrés institucional, como las “bradicardias” (pulso lento), propias de la ausencia de un “marcapaso” reglamentario. Resulta oportuno recordar a la CNA, en cuanto a lo que de ella depende, que el pulso institucional, ha de ser chequeado en función de dos variables: la edad o trayectoria institucional y el nivel de actividad o esfuerzo institucional por alcanzar, responsable y progresivamente, mayores niveles de calidad en su desarrollo. Desconocerlas implicaría desconocer la diversidad que caracteriza el sistema de educación superior chileno.

Adicionalmente, y con el fin de contribuir a una más adecuada implementación de la nueva acreditación, “laten” otros aspectos solucionables:

1) Habiendo transcurrido más de una década desde la implementación de la acreditación y en base a la experiencia y lecciones aprendidas, ¿cuáles son las metas para esta nueva etapa del sistema de aseguramiento de la calidad? Clarificada la dirección, actualicemos el marco de referencia en consistencia con ello.

2) Los sistemas de acreditación institucional con mayor trayectoria transitan hacia instrumentos de evaluación más simples y sustantivos, sin embargo las definiciones sometidas a consulta por la CNA denotan lo contrario: complejidad y estrechez en sus niveles. Algunas instituciones quisieran (tal vez lo necesitan) definiciones exhaustivas a priori, que eliminen toda ambigüedad. Otras, en general aquellas de mayor complejidad, solicitan pocos, pero sustantivos criterios y estándares focalizados en la función formativa, con la idea que el pleno de la CNA delibere y pondere debidamente. De cualquier forma, las definiciones de criterios y estándares requieren precisión, sin superposiciones, y capacidad de pesquisar progresiones diversas, al menos en los aspectos críticos.

3) Como la acreditación integral, con una muestra representativa de programas en todos los niveles y disciplinas, no se ha descrito, convendría que la CNA establezca los requisitos para conformar la selección y le solicite a las mismas instituciones realizarla.

La información recogida por el Foro AEqualis denota, una vez más, que las instituciones son diversas y su estado de desarrollo, de acuerdo a su tipo, también. Fomentar la mejora continua en el quehacer académico de todas ellas, dejando los aspectos administrativos y regulatorios a los nuevos organismos correspondientes, se presenta como una gran oportunidad para la CNA.