El desafío de la calidad en tiempos de educación online
mayo 06, 2020

La situación excepcional generada por la pandemia de COVID-19 obligó a todas las universidades a trasladar en un tiempo mínimo, a veces en condiciones muy complejas, la actividad formativa y académica a un formato no presencial en una escala nunca vista, no solo en Chile sino en el mundo.

Más allá de lo bien preparadas que podrían haber estado las universidades para este cambio –en el caso de la UNAB teníamos un camino recorrido de cerca de diez años de experiencia en educación online–, el escenario actual, que nos ha obligado a virtualizar temporalmente las clases presenciales, impone nuevos desafíos:

  1. A la Institución de Educación Superior, el de colocar a disposición de su comunidad educativa herramientas tecnológicas y digitales que faciliten el proceso de aprendizaje.
  2. Al docente, el transformarse en un facilitador del proceso de aprendizaje desarrollando metodologías activas y colaborativas, a través de una plataforma que, en muchos casos, se está además aprendiendo a utilizar.
  3. El estudiante, en tanto, debe transformarse en el protagonista de su propio aprendizaje, en colaboración con los otros.

En este contexto, se espera que existan dinámicas de interacción activas, que potencien la reflexión, la autonomía y motivación por aprender, despertando la curiosidad, la imaginación y las competencias digitales.

Esta nueva realidad formativa no presencial implica establecer y comunicar de manera clara y transparente el marco de actuación que permita garantizar la calidad de la formación, y la adquisición, por tanto, de competencias y resultados de aprendizaje. Esto, mediante actividades que se tienen que desarrollar de manera excepcional, pero manteniendo el rigor, de una forma diferente a la que estaba prevista.

El desafío para la calidad académica en tiempos virtuales requiere, entonces, de un nuevo grado de flexibilidad por parte de los directivos, académicos y estudiantes, para acomodarse a esta nueva realidad, pero por sobre todo se requiere de confianza y colaboración; en su institución, en los académicos y en los estudiantes, porque será necesario enfrentar el proceso formativo de manera excepcional, con cambios en el desarrollo de las metodologías, en los sistemas de evaluación e incluso en las formas de aproximarnos a la práctica.

Es cierto que como universidades estamos frente a un reto, pero también ante una gran oportunidad para focalizarnos en implementar los mecanismos de aseguramiento de la calidad que permitan verificar el aprendizaje de los estudiantes.

Como UNAB, nos anima consolidar nuestro modelo de aseguramiento de la calidad, donde se enmarca nuestra reciente reacreditación por el máximo período por parte de la agencia estadounidense Middle States Commission on Higher Education, y el convenio que tenemos con la agencia española ANECA para revisar nuestros procedimientos y adaptarlos a los estándares europeos.

Seguiremos por este camino no solo porque creemos en nuestro proyecto educativo, sino también en el rol que debemos cumplir como universidades en la formación de los nuevos profesionales, científicos e investigadores que tienen la tarea gigante de aportar a la sociedad.