El deber ser de la acreditación integral es el aseguramiento de la calidad
octubre 14, 2020

 La nueva ley de Educación Superior de mayo 2018 devela y explicita dos componentes relevantes de los  procesos de acreditación, su caracterización de “integral” y la incorporación de la dimensión de “aseguramiento de la calidad”. Si bien ellos eran considerados de modo tácito en las anteriores y aún vigentes  modalidades de acreditación, no estaban definidos ni en términos del entendimiento del concepto ni en sus propias especificidades, cuestión que ahora, según la ley, debe hacerse en plazo que vencía en septiembre pasado, ahora postergado hasta diciembre próximo y que está directamente a cargo de la CNA con la participación esperada del SINACES y de las instituciones de educación superior (IES) recién convocadas en consulta.

Importa señalar tal como ha sido reconocida en diversos grupos de trabajo,  la fuerte relación que, naturalmente,  se da entre ambos elementos y también la fuerte incidencia que tal relación tiene en la determinación de los criterios y estándares  con que se configuren las cinco dimensiones contenidas en la “integralidad” del proceso que ahora se diseña.

Bien puede decirse que la “integralidad” está dada por el “aseguramiento de la calidad”  y que éste ha de reflejarse entonces en su incorporación como uno de los criterios a considerar en el análisis y evaluación de cada una de las otras cuatro dimensiones (docencia, gestión, vinculación con el medio e investigación).

Bien puede articularse entonces, un modelo de acreditación que se fundamente en la responsabilidad de las propias instituciones por la calidad,  como eje central de la entera vida institucional y de las diversas acciones que ella implementa de modo coherente con sus propósitos, política y proyecto que cautelan el avance sistemático hacia el logro de su misión y visión declaradas. El “Aseguramiento Interno de la Calidad (AIC)” es una dimensión transversal que sustenta el desarrollo armónico e integral de las otras dimensiones institucionales mencionadas y por ello, debiera incluirse como uno de los criterios con que se analizará y evaluará cada una de  las otras dimensiones de acreditación  y comprenderse y aplicarse en los distintos niveles y unidades, en las modalidades operativas y en las sedes donde desempeña su labor.

La idea es que este nuevo modelo ponga a la calidad al centro de las preocupaciones institucionales e incorpore los procesos de evaluación y análisis en el trabajo cotidiano de la institución, permeando todas las actividades de sus distintas funciones, en la referencia que el concepto de calidad no se entiende como un concepto unívoco sino como un concepto flexible que valora los muy diversos  elementos asociados al desarrollo y funcionamiento de las IES y que considera sus  propias características funcionales y las del medio social en que se inserta.

Se complementa el modelo considerando la dimensión de Gestión Estratégica como un eje articulador que a partir de las políticas formuladas en el proyecto institucional, orienta las definiciones y acciones de docencia, vinculación con el medio e investigación, creación e  innovación, operacionalizando tal proyecto en los planes estratégicos y de desarrollo que establecen metas y recursos necesarios para la concreción de la misión, visión y propósitos así como el cumplimiento de los objetivos propios y específicos de cada función institucional.

La gestión de la calidad entendida como la forma en que una IES se organiza para avanzar sistemáticamente hacia el logro de sus propósitos declarados, contribuye a asumir la responsabilidad de las entidades en torno al mejoramiento cualitativo permanente de sus acciones y servicios y por ello, constituye un elemento básico para desarrollar la capacidad de autorregulación, necesaria para tal mejora. Se coloca a la calidad como centro de las preocupaciones institucionales y como responsabilidad ineludible de los diversos actores en el ámbito de su propio quehacer.

En esta perspectiva, se requiere entonces en el nivel institucional, de un conjunto de procesos, procedimientos y mecanismos esenciales para la generación de una cultura de la calidad, centrada en una dimensión transformadora del aprendizaje, de la vinculación con el medio y de la investigación, que no se limite al aseguramiento externo de la calidad o a un conjunto de procedimientos de rendición de cuentas, sino a la apropiación de una política y práctica de búsqueda permanente del mejoramiento con miras al logro de la excelencia.

Asimismo, se requiere la definición de los roles y responsabilidades a cumplir por parte de los distintos actores institucionales en la revisión de propósitos y objetivos, en la  evaluación de las acciones desarrolladas y en el diseño de acciones de mejora continua condicionada a la claridad acerca de los propósitos originados en la interacción entre los principios y valores institucionales que le permiten definir su entorno significativo, al compromiso de la comunidad institucional con los propósitos definidos, en los niveles correspondientes y al análisis sistemático de los recursos y procesos disponibles en función de los resultados esperados y los efectivamente alcanzados basado en adecuados sistemas de información.

La consideración posible de las premisas expuestas en la cercana determinación de los criterios y estándares con que operará la nueva modalidad de acreditación podrá representar la efectiva incorporación de las características de “integralidad” y de “aseguramiento de la calidad” estimadas en la nueva ley.