Educación Superior y la Cuestión Regional
mayo 16, 2023
Columnas AEQUALIS. 010. Mayo 2023

José A. Ábalos K.
Director Ejecutivo
Agrupación de Universidades Regionales – AUR

Chile país de regiones, señalan poetas y geógrafos. En efecto, nuestra carta de presentación al mundo es la diversidad de paisajes naturales, productivos y culturales. Pero también hay otra realidad igual de evidente, Chile muestra una elevada concentración territorial en sus actividades sociales y económicas, las que han derivado en marcadas inequidades en las posibilidades de desarrollo de personas y comunidades según los lugares de residencia.

En ese contexto estructural, desde hace décadas se han planteado programas presidenciales y políticas públicas que atenúan, pero no alteran significativamente esta realidad.

Entre los avances a mencionar está el mayor rol asignado a las administraciones municipales, tanto en la ejecución de sus competencias propias como aquellas compartidas con ministerios y servicios públicos. Pero como todas las asociaciones municipales plantean –nacionales y regionales-, no se ha tomado conciencia que las administraciones locales son la puerta de entrada de los ciudadanos al aparato estatal y en muchos territorios –aislados, rurales y pequeñas cabeceras comunales-, es la única ventanilla cercana, accesible, y a la que acude una parte importante de la población buscando apoyo en temas básicos. Son instancias que por su responsabilidad principal con la comunidad debieran ser mucho más fuertes, pero siguen administrando pobreza.

Los Gobiernos Regionales, más por presiones que por convicciones a las élites centrales y las organizaciones políticas, han ido muy lentamente incrementando sus capacidades de administración y de representación de sus comunidades. Años tomó la elección popular de consejeros regionales, muchos más la de las/os los gobernadoras/es, mientras tanto son escasas las competencias administrativas y se mantiene el férreo control central de sus presupuestos, tanto en sus volúmenes como en decisiones de inversión. Acuerdos recientes entre la Asociación que los agrupa (AGORECHI) y autoridades centrales abren la posibilidad de avances, como por ejemplo en una efectiva Ley de Rentas Regionales y el traspaso de servicios públicos (direcciones regionales) bajo la dependencia del Gobierno Regional.

Junto a lo anterior debe mencionarse a otros agentes de desarrollo como son el sector productivo y las comunidades regionales, expresadas en gremios empresariales, profesionales y laborales, organizaciones sociales y medios de comunicación.  Todos actores importantes, pero también afectados por el centralismo cognitivo que les niega capacidad de acción y desconoce la legitimidad que ostentan.

Las universidades son las instituciones con mayor legitimidad y confianza en las comunidades, pero enfrentan un triple desafío en la misión que han asumido.

En primer lugar, deben elaborar e implementar políticas de formación de personas y profesionales –pre y posgrado-, de generación de conocimientos, de extensión y vinculación con el medio, todo ello en contextos muy heterogéneos. El marco de las políticas nacionales, caracterizadas por la homogeneidad e inflexibilidad, tensiona su adecuación en un Chile diverso.

Segundo, la organización del aparato público vinculado a la educación superior sigue siendo centralista.  Las SEREMI de educación, presentes en todo Chile, sólo abordan la dimensión preescolar, básica y media. La Subsecretaría encargada del área no tiene equipos que la representen en cada territorio, lo que limita sus relaciones con las entidades de educación superior, gobiernos regionales y comunidades, incluyendo aquí gremios diversos, agentes productivos, municipios y actores. Esto es paradojal por la existencia ya de muchas ciudades universitarias en las cuales estas instituciones son relevantes en el quehacer económico –gran aporte al PIB, empleo, compra de insumos y servicios-, y sobre todo en las actividades sociales y culturales locales.

El tercer desafío refiere a desarrollar universidades en contextos con menor desarrollo relativo. Diversos estudios, especialmente de organismos internacionales reiteran la existencia de importantes brechas en las realidades socio-económicas y capacidades de desarrollo de las familias, comunidades y territorios. Las instituciones regionales deben cumplir su misión formativa con estudiantes que siendo talentosas/os portan importantes brechas derivadas de los déficits de la educación básica y media, como lo relevan las pruebas SIMCE, PISA y PAES. Asimismo, deben generar investigación compitiendo por recursos con instituciones favorecidas por su mayor tamaño, peso simbólico y una inercia que desconfía de las capacidades regionales. Esto se reflejó nítidamente en la conformación metropolitana del comité de expertas y expertos.

Finalmente, deben artcularse con un entorno marcado más por las limitaciones y carencias de su estructura social, económica y política que por sus fortalezas. Ejemplo de ello, son las municipalidades, especialmente rurales, aisladas o ciudades pequeñas, que superando pobrezas procuran cumplir sus responsabilidades.

No hay mayores novedades en lo indicado, temas que han sido planteados por cada una de las instituciones y con mayor fuerza por la Agrupación de Universidades Regionales (AUR). La gran novedad, que todos esperamos, sería que, el recientemente electo Consejo Constitucional asuma que la nueva carta fundamental debe, efectivamente, ayudarnos a construir, desde Arica y Parinacota a Magallanes, esa patria justa y buena que todas y todos los chilenos se merecen.