Educación post pandemia
junio 22, 2020

La pandemia del Covid 19 está produciendo cambios a nivel global que obligan a repensar  los paradigmas sociales, políticos, económicos y culturales. Muchos ya sufren cambios profundos y la educación es sin duda un ejemplo de ello. La educación presencial tendrá que aprender a convivir con aquella online, reforzando especialmente la interacción presencial profesor-alumno, que la experiencia Covid 19 nos ha recordado valorar como una función insustituible en el aprendizaje de niños y jóvenes. A la vez, la educación online deberá superar su tímida marginalidad y aportar con el manejo de instrumentos tecnológicos y metodológicos, con nuevas formas de evaluación de los aprendizajes que ayuden a renovar y refrescar los contenidos culturales que ofrece el sistema y contribuir a una verdadera reconstrucción del tiempo y el espacio educativo.

Este último, hasta ahora constituido casi exclusivamente por la sala de clases, deberá derribar sus muros tradicionales y abrirse al mundo real, más cercano, comprensible y motivador para la enseñanza y el aprendizaje. Y el tiempo educativo, tan artificialmente organizado en asignaturas y horarios que, como compartimentos estancos, encierran los contenidos culturales y las formas de convivencia y de enseñanza- aprendizaje, deberá dar paso a nuevas formas en su organización, distribución y manejo.

Así, las nuevas realidades incluyen la incipiente y definitiva interacción entre la educación presencial y la online, que llegó para quedarse como parte de la educación formal; la reformulación del espacio y el tiempo educativo que la emergencia ha obligado a implementar; las nuevas exigencias en materias metodológicas, evaluativas y de reorganización de los contenidos educacionales.

Estos son desafíos insoslayables para el tiempo de pandemia y post pandemia, involucrando cambios en otros componentes del sistema educacional, como es la formación inicial de profesores y las políticas de perfeccionamiento y especialización de la profesión docente. Los perfiles profesionales deberían ordenarse con una nueva arquitectura que permita reestructurar las mallas curriculares y las prácticas profesionales de las carreras pedagógicas, asumiendo las nuevas exigencias y realidades. No es desconocido que los perfiles profesionales de estas carreras se modifican parcialmente, pero no se renuevan ni actualizan de acuerdo con los avances culturales y tecnológicos de la sociedad, como otras profesiones si lo hacen. En la actual contingencia, ello se tradujo en que, por ejemplo, los profesores debieron enfrentar la suspensión de la actividad presencial sin tener las herramientas metodológicas necesarias para reemplazar esa modalidad por una on line, que no forma parte de la mayoría de los perfiles profesionales vigentes. Solo el coraje y la buena disposición del profesorado para asumir esta inesperada responsabilidad, ha permitido superar de la mejor forma posible este gran vacío.

Nada será lo mismo después del tiempo de pandemia, especialmente en educación y, en ésta, en la formación de profesores para el sistema escolar. Las carreras pedagógicas, hoy amenazadas por una disminución persistente de nuevos postulantes, deben renovar impulsos y motivaciones para superar las deficiencias históricas que han opacado permanentemente el carácter “profesional” de ellas y el reconocimiento como prioridad social que se merecen. La primera responsabilidad es del Estado, que debe generar mejores condiciones retributivas para la profesión docente, y de las Universidades acreditadas del país, únicas habilitadas para impartir las carreras pedagógicas, para renovar y mejorar los planes de formación profesional, sometiéndolos a la acreditación de su calidad; y de la sociedad, que debe perfeccionar su reconocimiento de la educación como una prioridad para su mejor desarrollo.