“¿Cuáles son las universidades de excelencia en producción científica? Indicadores en Chile, 2010 a 2020”
junio 06, 2023
Columnas AEQUALIS. 012. Junio 2023

Víctor Salas Opazo; Roberto San Martín.
Observatorio de Políticas Pública en ES.
Departamento de Economía. Universidad de Santiago de Chile.

Generar conocimiento es una de las misiones básicas de las universidades, desde sus inicios, hace casi mil años. En la actualidad, la investigación científica se ha convertido en una fuerte exigencia para que los países logren el crecimiento económico. Nuestro país hace un bajo esfuerzo en esta materia, en 2020 gastó 0,34% del PIB (OCDE, 2020), al contrario de otros países que gastan entre 14,1 y 3,5 veces mayor, como Corea del Sur (4.8%) e Irlanda (1.2%). La investigación en Chile es realizada por Universidades y Empresas en 48% y 36% del total, respectivamente.

Como sabemos, las universidades son, por esencia, organizaciones multiproductoras, que realizan (o deberían hacerlo) simultáneamente, investigación científica para generar conocimiento y docencia de pregrado para formar los profesionales que requiere el país, entre otras producciones. El Observatorio de Políticas Públicas en Educación Superior, OPPES-USACH, en su Minuta 21 (link: https://fae.usach.cl/fae/index.php/observatorio-de-politicas-en-educacion-superior), utilizó tres índices para realizar la compleja tarea de determinar cuáles son las universidades chilenas de excelencia en la generación de conocimiento científico. Por la disponibilidad de datos, como criterio básico se reconoce que son los doctores de las plantas académicas contratadas, quienes realizan centralmente esta producción universitaria. Además, por la misma razón, no fue posible reconocer diferencia en la calidad de las publicaciones que genera cada universidad.

El índice de participación es una primera medida, básica, para identificar universidades de excelencia en la producción científica nacional, refleja la incidencia de cada corporación en la producción total de artículos Web of Science (WoS) adjudicados a estas instituciones. El estudio observa que, entre 2010 y 2020, existen tendencias crecientes en la producción científica de todas las universidades. Sin embargo, aquellas que estaban inicialmente produciendo mayores cantidades de WoS, tienden a reducir su participación en el total de publicaciones que se generan en Chile, sin perder los primeros lugares, éstas crecen a tasas decrecientes. Pese a este resultado, los índices de participación calculados para 2020 indican que aún persiste un alto nivel de concentración, donde el 36% de la producción científica la realizan tres universidades las que, según este indicador, son universidades de excelencia: Universidad de Chile (15%), Pontificia Universidad Católica (13%) y Universidad de Concepción (7.6%). Otro conjunto de universidades, con menores producciones, que oscilan entre 2% y 4% cada una, genera el 35% de las publicaciones científicas nacionales. Ellas son las universidades de Santiago de Chile, Austral de Chile, Andrés Bello, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, de la Frontera, Técnica Federico Santa María, Autónoma de Chile, de Valparaíso, Católica del Norte y de Talca. Luego, el Índice de incidencia o participación confirma la alta concentración de la producción científica nacional, 71% de ella es generada por 13 de las 51 universidades analizadas, 8 de las cuales son universidades de regiones. Pero, como 56% de esas publicaciones se realiza en universidades de Santiago, se observa que persiste también una concentración geográfica de la investigación, en el centro del país.

Hacer comparaciones siempre es complejo, sobre todo si se considera que la capacidad de financiamiento, infraestructura, equipamiento y tamaño y composición de las plantas académicas es diversa entre las universidades, lo que ha permitido a unas pocas instituciones desarrollarse, en el largo plazo, lo suficiente como para generar, a 2020, como hemos indicado antes, el 36% de las publicaciones científicas del país. Intentando abstraerse de estas diferencias (historia, tamaño, recursos, énfasis), en la Minuta 21 del Observatorio se utiliza un índice de eficiencia como un criterio que permita identificar universidades de excelencia, con el que se dimensiona la productividad media de los académicos (doctor/as), contratados jornada completa, en la creación de conocimiento científico y la generación correspondiente de publicaciones WoS. Al comparar la evolución entre 2008 y 2020 bajo este criterio de eficiencia, se identifican como universidades de excelencia a aquellas que, en promedio anual, logran producir dos o más artículos WoS, por académico al año, en promedio durante el período. Ellas son: Universidad de Chile (2,20); Universidad Autónoma de Chile (2,13); Universidad Técnica Federico Santa María (2,11); y Universidad de la Frontera (2,06). Comparado con el índice anterior, solo la Universidad de Chile se mantiene como de excelencia, mientras que las otras tres catalogadas como tales aparecen recién en el período 2015 a 2020, al lograr entre éste y el período 2008 a 2014, aumentar su capacidad de generar artículos científicos. Otro grupo destacado, según datos del índice de eficiencia, lo constituyen seis universidades en las cuales sus académicos, entre 2008 y 2020, producen un paper y medio al año (Pontificia Universidad Católica (1,92); del Desarrollo (1,88); Diego Portales (1,75); de Valparaíso (1,60); de Tarapacá (1,54) y Andrés Bello (1,50). También, se observa un tercer grupo de 25 corporaciones en las cuales cada uno de sus académicos/as contratados (doctor/a) logran producir un artículo científico al año donde, además, 12 de ellas son universidades de regiones y/o son de aquellas que podrían estimarse como “pequeñas”, por sus menores dimensiones relativas en el número de académicos, estudiantes y/o el número de artículos WoS que generan.

La estrategia de cambio de la planta académica constituye otra dimensión analítica para determinar cuáles son las universidades de excelencia en el país. Al respecto, se estima un índice de dedicación, el cual, en ausencia de una base de datos con la distribución de horas entre investigación, docencia de pregrado y otras actividades universitarias, toma la cantidad de horas contratadas de doctores jornada completa de cada universidad, respecto del total de académicas/os contratados, siendo por ello solo un indicador bruto de la dedicación. Los resultados globales, a 2020, muestran que en 17 universidades sus doctores jornada completa tienen a lo menos 35% y máximo 59,5% de participación respecto del total de académicos contratados. Cinco de ellas están en la región Metropolitana: las universidades Adolfo Ibáñez (50.49); Alberto Hurtado (48.63); de Chile (47.93); Pontificia Universidad Católica (43,69); y de Santiago de Chile (37,54). Las otras están en regiones y representan el 71,6% del grupo, donde se destacan la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (59.54) y las universidades de Concepción (55.11), Austral de Chile (47.38), de la Frontera (52.71), del Bío Bío (50,20), Técnica Federico Santa María (40,00), de Antofagasta (37.33), de Tarapacá (38.07), Católica del Maule (36.49), de Magallanes (35.10) y Católica del Norte (36.36).

Determinando la robustez de las estrategias que han seguido las universidades, se puede determinar, desde la perspectiva institucional, aquellas corporaciones que son de excelencia en el país, para lo cual se combinan los índices de eficiencia y de dedicación. Un primer resultado indica que cuatro universidades con una asignación de doctores jornada completa de al menos un 40% de dedicación, clasifican en el nivel Muy Alto del indicador de dedicación y a la vez, tienen la mayor eficiencia productiva del país (dos o más publicaciones al año por académico -doctor/a-) en los últimos cinco años, ellas son las universidades de la Frontera, de Chile, Técnica Federico Santa María y Pontificia Universidad Católica. Otro resultado, sorprendente, es el caso de las universidades B. O’Higgins, Autónoma y del Desarrollo, que tienen bajo nivel de dedicación (menos de un 20% de las horas totales asignadas a los doctores jornada completa) pero, a la vez, tienen Muy Alta eficiencia, indicando así que estas últimas han seguido una adecuada estrategia de desarrollo, aunque algunas de ellas tengan todavía bajos índices de participación en la producción nacional. Caso que también ocurre para las universidades de Valparaíso, Diego Portales y del Desarrollo, que tienen una cantidad de horas de dedicación bajas, pero a la vez, son muy eficientes, en términos productivos. Los resultados evidencian que no existe una relación lineal entre una mayor cantidad de horas contratadas de los doctores jornada completa y una mayor eficiencia productiva de éstos y tampoco que si se hacen grandes esfuerzos en contratar académicos con el grado de doctor, éstos puedan lograr una mayor eficiencia productiva. El solo hecho de contratar más académicos jornada completa con grado de doctor no asegura que se genere un mayor conocimiento.

Entonces, en síntesis, este estudio permite aseverar que: pese a la heterogeneidad de sus plantas académicas (diferentes índices de dedicación) las universidades chilenas, algunas, logran resultados similares de eficiencia productiva de sus investigadores; existen planteles que tienen una menor cantidad de académicos con el grado de doctor y son altamente productivos; las universidades que tienen un mayor número de publicaciones no necesariamente son las universidades más eficientes en la producción académica ni han seguido estrategia adecuadas; las universidades que tiene una baja dedicación de sus investigadores en la cantidad de horas contratadas, tienen como principal objetivo fortalecer su docencia y no su impacto en la producción de artículos científicos; la cantidad de publicaciones que genera cada universidad no es el único factor que se debe considerar para evaluar la generación de conocimiento; considerando la productividad media y la cantidad de horas contratadas que tienen los doctores jornada completa se puede identificar de mejor forma qué universidades están teniendo una intención clara de contribuir a la generación de I&D, lo que será clave a la hora de financiar proyectos de investigación con recursos públicos; son las universidades de regiones las que en investigación muestran mejores resultados de sus trayectorias institucionales en los últimos diez años.